Llevo varios días con el tema
del referéndum sobre la creación de cuotas para los inmigrantes en Suiza hasta
en la sopa. Tras el día de la votación (el pasado domingo 9 de febrero) muchos
familiares y amigos me han preguntado mi opinión sobre el asunto y cómo me va a
afectar a mí. Por otro lado llevo varias semanas (las anteriores a la votación
y las dos posteriores) oyendo/viendo programas y debates en Suiza sobre los
mismo, porque mi novio ha decidido que se los quiere tragar todos... Además,
hoy me han llegado los documentos para renovar la visa, lo que me ha hecho replantearme
de nuevo el tema. Por eso, y aunque este sea un blog de viajes, he decidido
hablar sobre mi opinión aquí, al fin y al cabo ser inmigrante también implica
viajar.
Antes que nada me gustaría
hablaros sobre qué se siente siendo inmigrante en Suiza. Llegué aquí hace casi
5 años (en abril me caduca mi primera visa por 5 años... madre mía como pasa el
tiempo!). No vine buscando trabajo, si no por mi novio, que es suizo.
Llevábamos juntos más de un año, y cada vez se nos hacía más difícil el vernos sólo
cada dos o tres meses. Aunque tengo que reconocer que el hecho de no encontrar
trabajo en España también precipitó un poco las cosas. Cómo el tenía un buen
trabajo y yo ya hablaba alemán, la opción más lógica era que yo viniera aquí,
así que me lié la manta a la cabeza y me mudé de nuevo a otro país.
Vivir aquí es como estar en otro
mundo. Echo mil cosas de menos, pero hay otras que me gustan mucho más aquí.
Que conste que hablo desde mi opinión personal cuando digo que los suizos me
parecen mucho más cívicos que los españoles, no vaya a ser que alguien se me
ofenda. Hay cosas que me tienen alucinada desde que llegue. Os voy a contar un
par de ejemplos para que me entendáis.
Como aquel de que cuando llega
la época de recoger los productos del campo, muchos granjeros ponen puestos a
lo largo de la carretera con sus productos. Pero lo interesante no es que hagan
eso, si no que lo dejen ahí, con una caja y el precio de cada producto y la
gente que desea algo, para el coche, coge lo que quiere y deja el dinero en la
caja. Siempre he pensado que si se hiciera esto en España al día siguiente no
habría ni productos que comprar, ni dinero, ni caja.
O el ejemplo de algunos
supermercados que venden plantas y las tienen expuestas en la calle. Cuando
llega la hora de cerrar no las meten dentro del supermercado, si no que las
dejan expuestas en la calle y nadie se las lleva. Me gustaría imaginar cuantas
plantas quedarían si esto se hiciera en otros sitios.
O como la librería de segunda
mano en Berna que tienen cientos de libros en estanterías, todos al precio de 2
francos. No hay dependiente, sólo dos cajas en la tienda donde la gente que se
lleva un libro deposita sus dos francos.
Estas cosas me encantan. Y otra
cosa que me encanta y me parece admirable es su sistema político, del que os
hablo un poco más abajo. Pero antes quiero decir que no todo es jauja en el
paraíso suizo y hay otras cosas que no me gustan nada. Por ejemplo su sistema
sanitario a través de seguros médicos privados, a cada cual más caro. Es
obligatorio tener un seguro médico, por el que se paga al mes entre 250 y 400
francos (dependiendo del cantón en que se este empadronado). Este seguro tiene
una serie de franquicias anuales a elegir por el cliente, de entre 300 y 1500
francos. ¿Qué quiere
decir esto? Pues que si hoy me pongo enferma y tengo que ir al médico, a pesar
de la pasta gansa que suelto cada mes, los primeros 300 francos (o 1500 si
tengo la franquicia más alta, que haría que pagase menos de seguro
mensualmente) los tengo que soltar yo. Y a partir de haber llegado a la
franquicia, cada vez que vaya tengo que pagar siempre el 10% del gasto. Vamos,
que si me tengo que hacer por ejemplo una resonancia, que cuesta unos 2000
francos, aunque ya hubiese llegado a mis 300 francos anuales me tocaría pagar
200 francos más. Como veis no es el mejor sistema sanitario, está lejos del
sistema sanitario español, gratuito para todos, que nuestro gobierno quiere ir
desmantelando poco a poco. Por supuesto este sistema también tiene sus
ventajas, y en lugar de tener que esperar a veces hasta 6 meses por ir a la consulta
del especialista (como ocurre en España), generalmente en un par de días ya
tienes cita. O si estás en el extranjero y te rompes una pierna, pues el seguro
suizo te cubre los gastos médicos en el lugar en el que estés (siempre que no
sean más caros de lo que podrías pagar en Suiza).
Bueno, me estoy yendo por los
cerros de Úbeda. Antes de llegar al meollo de la cuestión os cuento un par de
cosas más que no me gustan tampoco aquí; como el hecho de que haya que pagar
por TODO, hasta el más mínimo trámite cuesta una pasta. Y en relación con la
inmigración, el tema que quería tratar, pues a mi personalmente me ha dado la
sensación de que en el aspecto laboral se me infravalorado por ser extranjera.
Tengo dos carreras y dos masters, y hablo bastante bien alemán. A pesar de ello
en casi 5 años sólo he tenido un par de entrevistas relacionadas con mis
estudios (y no será por currículums enviados). Siempre me ha dado la sensación
de que prefieren coger a un suizo antes que a un extranjero, aunque cumpla
perfectamente los requisitos requeridos. Que conste que hablo desde mi
experiencia personal, y tal vez otros extranjeros en Suiza no lo vean así. Creo
que también depende mucho a la rama laboral a la que se pertenezca, y que si se
es científico o ingeniero miran menos la procedencia que si se es profesor o
trabajador social. Aceptan encantados la llegada de cerebros extranjeros que
enriquezcan sus logros científicos. En resumen, en general casi todos los
inmigrantes extranjeros que conozco en Suiza trabajan en limpieza o en
hostelería, trabajos que por otro lado los suizos ya no desempeñan con gusto.
Ahora os hago un breve resumen
sobre el admirable sistema político suizo para que captéis la importancia del
referéndum que tuvo lugar hace un par de semanas. El Poder Ejecutivo es
ejercido por un Consejo Federal formado por 7 consejer@s (elegidos por 4 años)
que deben representar equitativamente las diferentes regiones y comunidades
lingüísticas, pero también, y lo que me parece más interesante, todos los
ideologías políticas. Nada que ver con España... En cuanto al Poder
Legislativo, éste recae sobre las dos cámaras de la Asamblea Federal de Suiza.
Para llevar cualquier cambio en la Constitución es necesario aprobarlo mediante
referéndum y para realizar cualquier cambio en la ley es necesario la
celebración de un referéndum. A través de estos referéndums los ciudadanos
pueden impugnar cualquier ley votada por el Parlamento Federal y por medio de
iniciativas introducir enmiendas a la Constitución. Esto ha sido lo que ha pasado
en Suiza hace dos semanas, cuando el Partido del Pueblo Suizo (SVP), de
ideología conservadora, impulsó una iniciativa para establecer una cuota anual
de inmigrantes que pueden acceder al país cada año.
El referéndum dio un resultado
que muchos suizos no se esperaban, quedando aprobada la iniciativa por una
mayoría muy ajustada (50.3 a favor frente a 49.7 en contra). Creo que la
acogida afirmativa a la iniciativa ha dejado descolocados a muchos, incluidos a
los miembros del Gobierno que estaban en contra. Me parece que muchos suizos no
esperaban que se fuera a aprobar la iniciativa, aunque yo sí me lo esperaba. Llevaba
semanas oyendo hablar del tema, en debates televisivos y en familia, y todo me
daba pistas en esa dirección. Incluso los padres de mi novio, que tienen a una
en casa, critican bastante a los inmigrantes; aunque a mi ya no me consideran
como tal y hablan del tema delante mío como si no me afectara o fuera sorda. Creo
que muchos suizos se han formado una imagen falsa de la inmigración impulsada
por ejemplo por partidos como SVP que sólo destacan la imagen negativa asociada
a la inmigración y no se paran a pensar que los inmigrantes también impulsan el
país. Por supuesto la UE, máxima afectada, no se ha hecho esperar y ya ha empezado
a castigar al país helvético paralizando ciertos programas de ayudas.
Mucha gente, de aquí y de
España, me ha preguntado mi opinión sobre la iniciativa. He de reconocer que
aunque me molesta que se haya tomado esta decisión, también la puedo llegar a
entender. Suiza es uno de los países europeos con mayor número de inmigrantes
en proporción a su población. Vienen de todas partes, muchos europeos y también
bastantes de África. He leído que la mayoría de inmigrantes procedemos de la
UE, aunque yo no lo había percibido así. Sí que es cierto que hay muchos
alemanes e italianos (en los cantones limítrofes con estos países), pero yo
tenía la impresión de que la mayoría de inmigrantes proceden de países de la
antigua Yugoslavia. En el colegio donde trabajo se ve claramente la gran
cantidad de inmigrantes que hay; me atrevería a decir que el 80% proceden de
familias extranjeras, casi ningún niño de los que cuido es de una familia
originaria de Suiza. De estos niños hay muchos procedentes de Albania, de
Serbia y también de Somalia; familias enteras de hermanos, primos, tíos,
abuelos... Esa es otra de las cosas que los suizos quieren cambiar, que no sea
posible que un miembro de la familia venga a trabajar, generalmente uno de los
progenitores, y que después se vayan trayendo a la familia al completo.
Los suizos tienen el
convencimiento de que muchos de los inmigrantes que vienen sólo chupan del
bote, que no trabajan y piden ayudas sociales. No conozco las estadísticas
sobre esto, pero sí puedo decir que todos los que yo conozco trabajan o al
menos lo intentan. Tal vez los suizos (y todos los otros europeos que han
decidido atacar al inmigrante) deberían de pararse a pensar que si se nos diera
una oportunidad muchos más trabajaríamos. En el caso de los inmigrantes
preparados, nadie quiere trabajar limpiando baños o sirviendo mesas cuando nos
hemos roto los cuernos estudiando como locos, y a pesar de eso muchos lo
hacemos, porque preferimos trabajar en esas cosas a estar pidiendo ayudas del
estado, de uno que ni siquiera es el nuestro. Yo llevo en Suiza 5 años y nunca
he pedido ninguna ayuda, ni siquiera el paro cuando no conseguía ningún trabajo.
Pero no todos los que llegan tienen la suerte de tener un novio suizo que les
ayude en caso de no conseguir trabajo y se ven obligados a pedir el paro hasta
que consigan algo. Con esto no quiero decir que no haya inmigrantes que no
trabajen por gusto y vivan de las ayudas sociales suizas, haberlos haylos, como
todo, pero seguro que también hay unos cuantos suizos de esos.
Por otro lado hay que reconocer
que muchos inmigrantes no trabajan porque cuando llegan aquí no hablan el
idioma y en esa situación es mucho más difícil encontrar un trabajo. Si se
quiere salir adelante en un país extranjero es muy importante hablar la lengua,
sobre todo en Suiza, donde le dan una importancia capital a esto. Incluso para
convalidar muchos títulos universitarios se exige un nivel C2 del idioma, que
sería como hablar el idioma al mismo nivel que un suizo. Hay que tener en
cuenta que es este un país plurilingüe, y si a alguien le cuesta aprender
alemán (porque, joder, que difícil es!), siempre puede intentar aprender
francés o italiano. Y si no pones empeño en aprender la lengua del país para
integrarte tal vez sí que sea mejor que vuelvas a tu país. Ese es otro de los
motivos que enarbolan los suizos (y otros países europeos) contra la
inmigración, la falta de integración de muchos colectivos. Los suizos están muy
orgullosos de pertenecer a su país y muchos tienen miedo de perder su identidad
frente al creciente número de extranjeros que traen nuevas costumbres y no
están dispuestos a adaptarse a las costumbres suizas. Yo creo en la necesidad
de integrarse, pero también en la necesidad de conservar la propia identidad, y
lo importante es poder encontrar un punto medio que contente a los dos lados.
Hoy he leído un artículo sobre
el efecto Pigmalión y las profecías autocumplidas, que es cuando una
expectativa incita a actuar de forma que dicha expectativa se vuelva cierta.
Uno de los ejemplos que dan sobre ello es que si creemos que los inmigrantes
son vagos e incapaces de integrarse, lo más probable es que no estemos
dispuestos a ofrecerles trabajo y a confiar en ellos, lo que les llevará más
fácilmente a la marginalidad y al crimen, convirtiendo así el prejuicio en
profecía autocumplida. Lo que quiero decir es que no se puede señalar al
inmigrante, en Suiza o en cualquier otro país, como el causante de todos los
problemas. Lamentablemente el rechazo al extranjero que se esta extendiendo en
los últimos años por muchos países europeos me recuerda al rechazo a los judíos
que se extendió en Europa en la época previa a la Segunda Guerra Mundial. La
gente necesita buscar culpables, aunque los elegidos no sean en realidad
culpables de nada y sólo sean cabezas de turco que se eligen para contestar la
animosidad del pueblo insatisfecho. Pero muchos de aquellos europeos que
señalan con el dedo a los inmigrantes no se dan cuenta de que sus pueblos
también fueron una vez inmigrantes, en América, África u Oceanía, y que lo que
ahora les quieren negar a otros no permitieron que les fuera negado a ellos en
el pasado.
Pero volviendo al referéndum, sí
que hay un punto en el que entiendo a los suizos perfectamente. Si se miran las
estadísticas de los votos a favor de la iniciativa, la mayoría de los cantones
a favor son los de habla alemana y el cantón italiano (Ticino). En estos casos
hay una explicación más razonable, que sería la cantidad de italianos y
alemanes (y en menor medida franceses) que trabajan en Suiza pero cuando se
termina su jornada laboral se van a su casa en Alemania o Italia. Todos estos
salarios son divisas suizas perdidas, ya que se producen en el país y se gastan
prácticamente íntegros en los países vecinos. En este caso sí puedo llegar a
entender el enfado de los suizos. Pero lo que no llego a entender es el resto
de su rechazo. Los inmigrantes en países desarrollados contribuyen a mejorar
unas pirámides de población envejecidas (que no se sabe si serían capaces de
soportar el creciente numero de dependientes y pensionistas sin un mayor número
de población activa) y además los inmigrantes suelen ocupar nichos laborales
que los ciudadanos del país ya no quieren aceptar.
En resumen, después de esta
larga carta de opinión que os he escrito, me gustaría decir que entiendo el
punto de los suizos hasta cierto punto pero no lo comparto, y muchos suizos
tampoco (ahí queda ese 49.7% de votantes que están en contra de la iniciativa).
También tengo que decir que aunque nivel laboral no me haya sentido valorada
por los suizos, en muchos otros ámbitos me he sentido valorada y bien acogida.
Esperemos que esta nueva tendencia de rechazo al extranjero que se está
extendiendo por Europa se controle y no llegue a mayores, y que otros países no
tomen lo que está sucediendo en Suiza como ejemplo a seguir. De todas formas, y
como dice mi novio, si Suiza es castigada por la UE y ve las orejas al lobo,
siempre puede volver atrás a través de otro referéndum. Es lo bueno que tiene
una democracia directa o semidirecta, que se respeta la opinión de los
ciudadanos y no se aprueban leyes hechas acorde con la tendencia política del
momento...
Antes de despedirme os dejo unos
cuantos links sobre noticias relacionadas que me parecen interesantes:
"Viajar es fatal para el
prejuicio, la intolerancia y la estrechez de mente" ( Mark Twain)
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